El proceso de divorcio genera en los menores emociones que deben ser atendidas en terapia familiar.
Decidimos unir nuestras vidas creyendo que será para siempre, pero en el camino suceden cosas que nos hacen tomar decisiones como el divorcio, situación poco deseable.
Superar cualquier ruptura o pérdida, no es algo sencillo dependerá de una gran variedad de factores, el tiempo que lleven juntos, la razón de la ruptura, madurez de cada uno y sobre todo si hay hijos de por medio. Son los pequeños las más grandes víctimas, pues para ellos es una situación inesperada, que rompe con la estructura a la que estaban acostumbrados.
Cristina Noriega, doctora en Psicología explica las diferencias en las reacciones emocionales de acuerdo el momento evolutivo de los hijos, las cuales son las siguientes:
Del nacimiento hasta los dos años, los bebés confían en los adultos de acuerdo a los cuidados que reciban y lazos afectivos que se vayan. Queda entendido que por la edad, los niños no comprenden la situación de un divorcio al cien, es su sensibilidad la que se alerta ante cualquier cambio que tenga su ambiente. Lo manifiestan con llantos, irritabilidad, alteraciones en su sueño y alimentación.
Los dos años son una etapa de demasiados cambios, y si a ella le agregamos una situación de divorcio es muy posible que se muestren dificultades o conductas regresivas, problemas psicomotores, dificultades de lenguaje, en esta etapa ya manifiestan emociones de tristeza, enojo y rabia. En cualquier etapa, el sentimiento será doloroso y se recomienda fortalecer los lazos fraternales, siempre explicar y hacerles entender que no es culpa de ellos y que papá y mamá no van a abandonarlos nunca , además de asistir a terapia familiar y estar al tanto de las conductas que vayan presentando.
En cualquier etapa, el sentimiento será doloroso y se recomienda fortalecer los lazos fraternales, siempre explicar y hacerles entender que no es culpa de ellos y que papá y mamá no van a abandonarlos nunca