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JARDINES EN LO ALTO

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Brain Fruit, Design View, Número 2

JARDINES EN LO ALTO

La urbanización requiere aprovechar los espacios disponibles y si observamos la ciudad desde el aire, veremos que las azoteas son un lugar sin utilizar que abunda actualmente en esta gran urbe.

Un distante sonido de los autos se escucha, acompañado de algunas voces lejanas que se pierden por un singular canto de pájaros que logran transportarme a otro lugar. Vegetaciones diversas rodean el espacio, y las luces que deja el paso del sol entre las ramas forman tatuajes de sombras en el piso. El color verde impera, y hace que la luz del lugar se transforme sutilmente acompañada de un breve toque de jazz…

Miguel Montor

Así se vive mi pequeño estudio, donde en este momento me encuentro escribiendo estas palabras. Tal vez por la descripción se imaginaron una pequeña mesa en medio de un jardín con una vegetación abundante, un reproductor tocando a Miles Davis, y una taza de café sobre la mesa. Esta escena sería casi exacta, salvo por un pequeño detalle: mi estudio se encuentra en una azotea en la Ciudad de México, no en un jardín.

Durante ya varios años, y cada día con mayor importancia, las azoteas en las ciudades se han tornado a ser pequeños jardines y lugares de escape para el trabajo, la meditación, la introspección, o simplemente para pasar el rato, transformando poco a poco esos espacios donde sólo se albergaban instalaciones, tinacos, y aires acondicionados, en verdaderos jardines, espacios verdes y, en ocasiones, huertos urbanos.

Cada día esa quinta fachada de la que hablaba Le Corbusier, se ha vuelto más una realidad, no sólo un manifiesto, convirtiéndose en una gran herencia de la arquitectura moderna, con un uso no solamente estético, sino completamente operativo y funcional. Se ha vuelto parte de los programas arquitectónicos desde su inicio y concepción.

Dentro de nuestras ciudades, cada día contamos con menos espacio libre en nuestro habitar. Esto ha empujado aún con más fuerza a que este tipo de espacio se vuelvan parte fundamental en nuestro cotidiano: un literal escape del bullicio, un momento de tranquilidad, o un lugar clave para nuestra concentración.

La capital mexicana
cuenta con 34.991
metros cuadrados de azoteas verdes, una superficie equivalente a siete campos de fútbol.

Ya en 1948, el arquitecto Luis Barragán nos mostraba magistralmente cómo su azotea se convertía en un recinto de paz y serenidad, en una verdadera ventana al cielo. (Casa Tacubaya)

Hoy, a más de 60 años de distancia, esto se ha vuelto cada día más común, y así como este espacio, desde donde hoy escribo estas palabras, existen muchos dentro de la ciudad de México. Me gustaría hacer mención de algunos que me vienen a la mente, y que considero grandes proyectos de azotea-jardín.

El primero sería, sin duda, la Torre Constituyentes 41, del arquitecto Alberto Kalach, donde logra crear un espacio que no sólo tiene una vista increíble de la Ciudad, sino que se encuentra vegetado, y en realidad, se logra un espacio de introspección en un lugar totalmente abierto.(https://www.archdaily.mx/mx/759076/torre-41-alberto-kalach)

El segundo, indiscutiblemente, la azotea del INFONAVIT, edificio hecho por los arquitectos González de León y Zabludovsky, donde se logra la más grande intervención de este tipo, contando con más de 2000 m2de intervención. (https://mxcity.mx/2018/08/la-azotea-verde-mas-grande-de-latinoamerica/)

Por último, me gustaría mencionar la azotea para las oficinas de la fundación Casa Wabi, en Santa María la Rivera, proyecto hecho también por el arquitecto Alberto Kalach, donde logra, por medio de un pabellón ligero y una intensa vegetación, hacernos olvidar de la calle.(https://www.archdaily.mx/mx/879042/oficinas-fundación-casa-wabi-santa-maria-la-ribera-alberto-kalach)

Disfruté mucho escribiendo sobre estos espacios en un lugar que tiene esa misma naturaleza. Sin embargo, la tarde ha llegado, mi café se ha terminado, y Miles Davisha ha dejado de tocar… No quisiera bajar de mi azotea, pero resulta necesario regresara trabajar.

Azotea para las oficinas de la Fundación Casa Wabi, por el aruitecto Alberto Kalach.

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